Agrointeligencia

En el año 1.988 el grupo de música malagueño Danza Invisible lanzaba un álbum en el que incluía una de las canciones más famosas de su discografía llamada “Sabor de amor”. En la letra de la canción se decía “… besarte es como comer naranjas en agosto y uvas en abril…”, haciendo una metáfora relacionada con el placer, exotismo y exclusividad de poder consumir esos productos en esas fechas.

Desde entonces el mundo ha cambiado mucho, y lo que hace poco menos de 30 años era una rareza, se ha convertido en algo muy común, asequible para una gran cantidad de consumidores y disponible en la inmensa mayoría de las tiendas y supermercados de nuestro país y de muchos otros países más o menos desarrollados.

Hoy en día queremos tener disponibles todos los productos, todas las variedades, calidades y formatos posibles, en todas las épocas y para todas las ubicaciones / canales. Y además queremos que los productos sean asequibles, frescos, ecológicos, que nos informen de dónde, quién y cómo los ha producido, sin residuos, y un largo etcétera de requisitos adicionales.

La enorme evolución experimentada hasta el momento y la que previsiblemente veremos en los próximos años, se debe a múltiples factores, pero desde luego la tecnología, de todo tipo, juega un papel clave en todo ello. Hablamos tanto de mejora genética de semillas y plantas, maquinaria agrícola, nuevos invernaderos, tecnología de riego y fertilización, control de plagas y enfermedades o tratamientos post-cosecha, entre otros.

También la mejora de las infraestructuras agrarias y de transporte o de la logística, han tenido y siguen teniendo un papel relevante en todo ello. Y desde un punto de vista regulatorio, la progresiva reducción de barreras administrativas y arancelarias en el comercio a nivel mundial, favoreciendo una mayor globalización.

De entre todos los avances y mejoras tecnológicas en marcha, las ligadas a la mejora de la gestión de los datos y la información de los procesos desde la producción en campo y hasta la comercialización, han experimentado avances notables y es previsible que en los próximos años se acelere el proceso de mejora iniciado.

En ese ámbito las tecnologías de información y comunicación (TIC) son fundamentales para entender la evolución y plantearse nuevos retos. Todo lo que se mide y controla, mejora. Y si algo permiten las soluciones de gestión TIC, es precisamente medir cada día más parámetros, con más densidad de datos, llegando a más procesos, en más ubicaciones, implicando a más intervinientes.

Contamos con múltiples dispositivos y mecanismos para capturar y mostrar información: teléfonos móviles, sensores, fotografías de satélite, tablets, automatismos telecontrolados, software de la maquinaria, lectores de códigos de barras o RFID, automatismos en naves de transformación / confección, almacenes robotizados, básculas, subastadores, PCs fijos o portátiles. Somos capaces de capturar y gestionar toda esa información de forma coordinada, integrada, orquestando todos los flujos de información, compartiendo los datos oportunos entre los distintos agentes que participan en la cadena de producción y distribución de alimentos, analizando esos datos y ayudándonos a tomar mejores decisiones.

 

El reto es apasionante y las posibilidades que se abren a futuro son inmensas.

 

La innovación en soluciones TIC va a ser una herramienta decisiva para lograr contar con muchos más datos y hacer una gestión inteligente de los mismos, permitiéndonos alcanzar logros en los próximos años que van mucho más allá de “comer naranjas en agosto o uvas en abril”.

Debemos tratar de mejorar la rentabilidad de las explotaciones agrícolas, la productividad del sector primario, la sostenibilidad y huella ambiental de la agricultura, la trazabilidad detallada de cada alimento, la eficiencia en la transformación y comercialización de los productos agrarios, la optimización logística, la colaboración entre los distintos agentes de la cadena de distribución, aportar más información y más rica a los consumidores sobre los alimentos que adquieren, reducir y gestionar mejor los residuos.

Para todo ello, Agrointeligencia: medición, control, visión global y unificada de la cadena, para adoptar mejores decisiones de gestión y eficiencia en los distintos eslabones.

José Luís Molina

Ingeniero Superior Agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid, y con formación económica y de gestión en diversas escuelas de negocio, cuenta con un dilatada experiencia en consultoría y en el ámbito de la innovación tecnológica en diversos sectores, con un foco especial en el sector Agro.

Actualmente es Presidente y Consejero Delegado en Hispatec. Puesto que compagina con el de socio y consejero en Tinámica, compañía dedicada a servicios de Big Data y analítica avanzada, y el de consejero en la Escuela de Negocios MBIT School, entidad enfocada en formación empresarial en Big Data, Data Science y analítica avanzada.

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