Agrointeligencia

big data agro p

Si sigues la actualidad agroalimentaria a diario habrás notado un aumento en la mención de términos como “Smart agro”, “Big Data” o “Sensorística”… No pertenecen a modas que pasarán a la vuelta de una o dos campañas pero sí de términos que se van a hacer tan comunes para todos que dejaremos de prestarles atención en pocos años.

La sociedad ha crecido, tecnológicamente hablando, más en estos últimos 5 años que en los 25 anteriores, y lo ha hecho en todos los ámbitos. Uno de los motivos es que la capacidad de crecimiento ya no está en manos de unas pocas industrias que marcan el ritmo con sus producciones, ahora los mismos usuarios, pequeñas empresas e incluso asociaciones y “fans” tienen los medios para crear, desarrollar y poner en el mercado productos que hasta ahora necesitaban de años de desarrollo para estar disponibles.

En el sector agroalimentario encontramos que la mayor parte de los avances e incorporaciones tecnológicas se han aprovechado hasta el límite en la parte de la cadena dedicada a la distribución y venta al consumidor. La tecnología ha hecho tan eficientes como precisos procesos como la gestión de stock, la trazabilidad, el conocimiento del cliente y la venta al por menor que le ha facilitado, a ese cluster, la capacidad de presionar “hacia abajo” al sector productivo estrechando sus márgenes hasta, en algunos casos, hacer insostenible la producción.

Sin embargo, en los últimos años el cluster productivo está impulsando y recibiendo la mayor parte de los beneficios tecnológicos en obtención de datos y procesado de los mismos.

Un caso real que desarrollamos en Hispatec es la obtención de datos directamente desde el campo a través de sensores o de imágenes que nos dicen si estamos regando bien o podemos mejorar el rendimiento usando menos agua, si necesita o no abonado y en qué cantidad, si la previsión meteorológica anticipa un índice de humedad que aconseja o desaconseja ciertos tratamientos…

Con esta información en su mano, puede tomar decisiones que importan a la fijación de precios, porque al saber cuándo cosechar y predecir los volúmenes de cosecha, y si es el momento idóneo para el producto frente a su presencia en el mercado, tiene más capacidad para comercializar mejor el producto.

Hoy en día, y es una realidad que ya manejan algunos de nuestros clientes, pueden saber en cuánto aumentará la demanda de determinado producto en un país de Europa dependiendo de la temperatura en el mercado de destino prevista para los próximos días. Y actuar en consecuencia.

Lo saben porque son capaces de combinar los datos que extraen de sus cultivos (Smart Agro) y combinarlos con fuentes de datos externas (tecnología Big Data), y así tomar decisiones mucho más informadas. Simplificando: se combinan datos propios con externos, se procesan junto a modelos (algoritmos) predictivos o simulaciones y se obtienen respuestas a preguntas que hasta ahora nos hacíamos, pero no podíamos contestar.

No es ciencia ficción ni un brindis al sol. Lo hacemos, ya, hoy mismo, y hay quien está sacando partido y, como decimos en jerga tecnológica, cogiendo velocidad.

Y esto solo es una parte de lo que la revolución de los datos está trayendo a los procesos productivos. Solo estamos, por ejemplo, arañando la superficie de lo que podemos hacer desde nuestro teléfono móvil y lo que desde cada entidad comercializadora puede ofrecer a su vez a sus agricultores y clientes.

En las dos pasadas décadas la mecanización de los procesos ha sido la protagonista, ahora es tiempo de que el Hardware se vuelva Inteligente. Tanto desde las Administraciones como desde el ámbito privado se está trabajando de manera plurinacional en sacar el máximo partido del cada vez más barato manejo de datos, ¿cómo? Por ejemplo, introduciendo tecnologías ya probadas y usadas como la que mueve Internet en cualquier dispositivo que no sea un ordenador.

 

La IoT y el Big Data Agro

Ya podemos conectarnos directamente con una cámara, un sensor de conductividad, un palet, un tractor, una transpaleta… incluso una partida de tomate que viaja en un camión refrigerado y “hablar” con ellos. Esta dinámica, conocida como la “Internet de las Cosas” significa que podemos poner cualquier objeto que tenga, o al que se pueda acoplar, un identificador y un mecanismo de comunicación, e intercambiar datos y telecomandos con ellos.

Insisto, es Realidad, no Fantasía, y en su conocimiento y aprovechamiento está el gran cambio disruptivo que modelos como el almeriense o el onubense, no pueden dejar pasar para dar el siguiente salto adelante y seguir liderando los cultivos intensivos en Europa y ser admirados por el resto del planeta.

Desde empresas como Hispatec no solo vemos un campo de trabajo vibrante y fascinante en los próximos años, también sabemos que nada de lo que haremos dentro de 5 años se parecerá a lo que hoy trabajamos día a día. Es un reto enorme, pero también un orgullo, trabajar para que ese futuro se haga realidad.

José Luís Molina

Ingeniero Superior Agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid, y con formación económica y de gestión en diversas escuelas de negocio, cuenta con un dilatada experiencia en consultoría y en el ámbito de la innovación tecnológica en diversos sectores, con un foco especial en el sector Agro.

Actualmente es Presidente y Consejero Delegado en Hispatec. Puesto que compagina con el de socio y consejero en Tinámica, compañía dedicada a servicios de Big Data y analítica avanzada, y el de consejero en la Escuela de Negocios MBIT School, entidad enfocada en formación empresarial en Big Data, Data Science y analítica avanzada.

Puedes consultar más información en Linkedin.