Agrointeligencia

Software verde David del Pino p

Imaginad que somos capaces de conocer los gustos de los consumidores y además, tenemos la capacidad de desarrollar productos agroalimentarios “a la carta”. Podríamos satisfacer personalizadamente a cada consumidor o pequeño grupo de consumidores.

Pues no imaginéis más… Estamos asistiendo al comienzo de la Revolución del Software Verde. Las herramientas de edición genética (como CRISPR-Cas9) van a convertir a los productos agrícolas en “alimentos programables” en una nueva era de la ingeniería genética en la que se puede editar, corregir y alterar el genoma de cualquier célula de una manera fácil, rápida, barata y, sobre todo, altamente precisa.

Los alimentos serán programables en base a su código genético. El código genético es ese “Software Verde” y las nuevas tecnologías de edición genética son el “idioma y herramienta de programación”.

Y si los alimentos son programables, todo es posible. Podemos superar las restricciones de tierra y agua y programar plantas que crezcan y se multipliquen en zonas no aptas actualmente para la agricultura. E igualmente con el resto de limitaciones que actualmente sufrimos.

Cualquier contenido nutricional, cualquier característica física puede ser aumentada, corregida o silenciada. Cualquier atributo deseable por los consumidores o diferenciador podrá programarse. La única limitación será la propia potencialidad de los genes de la especie de cultivo en cuestión.

De esta manera, nuestro negocio puede cambiar radicalmente y puede asemejarse mucho más a los actuales negocios de tecnología. Y especialmente, se asemejará a los negocios tecnológicos basados en el “software”. Es decir, lo definitorio del negocio es posible que ya no sean, tan sólo, las capacidades de producción, las de distribución y las zonas de cultivo; es muy posible, que lo definitorio esté en manos de los que desarrollen capacidades de programación del ADN.

Llegados a este punto, no os sorprenderá saber que ya hay una carrera por la comprensión y el desarrollo de estas tecnologías. Y que ya hay frutas y hortalizas “programadas” genéticamente; como por ejemplo: el champiñón que no se oxida.

 

Esta es la “Revolución del Software Verde”.

 

Aparecerán opciones “Android” versus opciones “Apple”, y las grandes programadoras de alimentos (los “Google” y los “Apple” alimentarios) tendrán mucho que decir a lo largo de toda la cadena de valor del negocio.

Hay que recordar que en los negocios definidos por la tecnología, el tamaño de las ventajas competitivas de Know-how que se generan son enormes y hacen que unas pocas empresas se conviertan en dominadoras globales. Es palmario ver cómo en el mundo de la tecnología móvil hay dos grandes empresas que definen el negocio con dos modelos muy diferentes.

A esto me refería cuando hablaba de las opciones “Android” versus opciones “IOS” y el desarrollo de las grandes programadoras de alimentos (los “Google” y los “Apple” alimentarios).

Mientras que Google (ahora Alphabet Inc.) tiene un esquema abierto y generalista, Apple tiene un modelo cerrado, segmentado y de nicho.

Es decir, que Google crea el código y lo ofrece a los productores de móviles de manera generalista y abierta. Son sus clientes, que compran el código, los que compiten entre ellos con estrategias diversas que se dirigen a todo tipo de consumidores (bajo coste, prestaciones medias o prestaciones altas). En cambio, Apple segmenta el mercado y se dirige prioritariamente a sólo un segmento de la población. Lo hace controlando la producción y la distribución; y para ello, utiliza “maquiladores” y acuerdos de “distribución exclusiva o selectiva”.

¿Y adivinen quién extrae más valor del mercado? ¿Quién gana más? Efectivamente, Apple al controlar toda “su” cadena de valor y centrarse en el segmento de más valor es la empresa más valiosa.

¿Y si imaginamos una situación de mercado parecida, en el futuro, con dos grandes programadores de alimentos?

Se abren una cantidad de interrogantes apasionantes y aterradores, al mismo tiempo, que espero podamos ver… (mi curiosidad puede a mi miedo).

¿Quiénes serán estas empresas programadoras alimentos? ¿Serán las actuales desarrolladoras de variedades y detentoras del I+D agrícola (Bayer/Monsanto, Syngenta, Dupont/Pioneer, etc.)? O por contra, ¿vendrán del mundo de la tecnología o la distribución?

Una cosa está clara, el premio de mercado es tan grande que ya está atrayendo a los grandes fondos de inversión mundiales, a los grandes poderes del mundo conocido y al mayor talento disponible en la tierra. El reto es dominar la alimentación para una población que alcanzará los 9.000 millones en 2050.

Desde la perspectiva de la producción agrícola y los profesionales de la agricultura, el riesgo es convertirse en un mero maquilador de productos. A no ser que se sea parte del know-how necesario para programar. Que se sea capaz de proveer la información (agronómica, técnica, de consumidor, etc.) necesaria para crear/programar estos nuevos alimentos. Probablemente, sólo esto, puede llegar a ser verdaderamente valioso en este próximo futuro.

El propio MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) ha puesto en marcha una iniciativa llamada Open Agriculture Initiative (OpenAg) que habla de crear un ecosistema abierto de tecnologías con participaciones muy diversas para desarrollar las plataformas tecnológicas que definan los sistemas alimentarios del futuro. Algunas de sus actividades son tan evocadoras como las “Food Computers” y vale la pena revisar el listado de sus patrocinadores (Sí; Google también está).

La tecnología, en general, ha sido una constante en el avance de la humanidad y su impacto siempre está asociado a mayor eficiencia. Atendiendo a la teoría económica clásica, la tecnología nos define la mezcla de los factores clásicos de producción (tierra, trabajo y capital). Cada vez que incorporamos una tecnología novedosa alteramos esa mezcla, combinando los factores en una diferente proporción que nos permite llegar un nuevo umbral de eficiencia.

En resumen: “con menos recursos productivos producimos más”. La curva de producción es más alta y aquí viene lo importante… se producen lo que llamamos economías de escala.

Esas economías de escala, hacen que el tamaño óptimo de una explotación o unidad productiva eficiente sea mayor. Y también, una nueva tecnología adoptada por todo un sector, transformará las estructuras y las relaciones (de poder y colaboración) entre los integrantes de la cadena de valor.

David del Pino

Tiene una larga carrera en su haber como gestor de una de las empresas agroalimentarias andaluces más reconocidas, desde 2002 a 2016 dirigió Granada La Palma SCA.

Colabora con las Escuelas de negocio más prestigiosas del panorama nacional y, desde 2017, está inmerso en el lanzamiento de Freshtrategy, punta de lanza del nuevo paradigma de empresa de inteligencia agroalimentaria.

Puedes consultar el resto de su perfil en su blog personal